El freelancer «sandwich»


Por Cecilia López * (Columnista invitada)

Dos años de pasante en una consultora de estudios macroeconómicos. Uno de relación de dependencia en una consultora de auditoría de mercado. Cinco como freelancer haciendo análisis macroeconómico, armando y dictando cursos a distancia, y mayormente realizando mejora de procesos. Uno y medio (hasta hoy) en relación de dependencia en una consultora en mejora de procesos.

El mío es un claro ejemplo del freelancer “sándwich”:

La base: Comencé mi desarrollo profesional como pasante, pocas horas pero dos extras de viaje al centro de la ciudad, mientras, en paralelo, estudiaba. Luego vino el clásico horario de oficina, 9 a 18 hs., en otra empresa de consultoría en la cual trabajaba con una producción diaria que tenía que cumplir (no se lo deseo a nadie). Me terminé yendo porque no soportaba el ritmo, ni el hecho de tener que cumplir cronogramas imposibles armados a presión.

El jamón y queso (lo más rico): Un día, una colega que llevaba varios años como independiente, me ofreció trabajar para un proyecto desarrollado por un organismo internacional porque necesitaban una persona más, desde casa, con unos honorarios muy buenos y con sólo una reunión mensual de avance. Pensé “¿Cuándo viene la parte que exige un depósito de $500 antes de la contratación?”. Pero me animé y desde ese día mi visión del mundo laboral cambió radicalmente. No tenía ningún tipo de presión, trabajaba un neto de quince días al mes, ya que no tenía otro proyecto, pero eso me alcanzaba para el alquiler y para vivir tranquila. Pero lo mejor era que mi motivación aumentaba y aumentaba con el paso del tiempo (y por lo tanto mi productividad y nivel de los entregables). Fui armando una pequeña red de contactos, consiguiendo varios proyectos en mejora de procesos, lo cual requería presencia mínima en el cliente, pero no modificaba mi esquema original. Fueron años de relajación mental, de dormir tranquila, de equilibrio total, incluso con viajes de trabajo. Entendí que ser independiente era la única forma lógica de trabajar.

SandwichMFArkandor

La tapa: ¿Por qué la vuelta a la dependencia? Simplemente, porque no surgieron proyectos nuevos. Soy consultora, no tenía estructura como para conseguir clientes propios ni estaba madura para eso, y siempre me habían contratado intermediarios para los cuales facturaba. Luego de meses de llamar y reunirme con todos los contactos que pude, sin resultados, caí en la triste realidad de que debía volver al deprimente proceso de búsqueda laboral tradicional: enviar Cv’s, esperar respuesta, desmotivarme, ir a entrevistas en donde hay que soportar preguntas del tipo “¿Qué hacés en tu tiempo libre? (nunca entenderé qué significa “tiempo libre”. ¿Libre respecto de qué? ¿No se supone que uno es todo el tiempo libre? ¿Se refieren con “libre” al tiempo que te queda después del trabajo? ¿O sea que el trabajo que me estás ofreciendo no me hará libre? ¡Si alguien conoce estas respuestas por favor escríbame!). De todas maneras, la pregunta lógica que me hacían siempre era “¿Y por qué querés volver a la relación de dependencia?”, claro, era obvio que pensaban que en cualquier momento (léase, en cuanto consiga nuevamente un proyecto freelance) me iba a ir. Por eso me costó ocho meses conseguir trabajo.

Básicamente, desde que estoy trabajando nuevamente en relación de dependencia, me costó un año entero sacarme el estrés de encima producto de nueve horas diarias en una oficina que siempre iba cambiando, y de gente que también iba cambiando: escritorio chico, escritorio grande, oficina para mí sola, escritorio en donde estábamos tres personas y yo en una punta, salas llenas de gente, murmullo constante, silencio sepulcral, gente buena onda, gente mala onda, irrespetuosa, indiferente, educada, colaborativa, y muchas variantes más que son naturales de la consultoría presencial.

De todas maneras, hoy por hoy me dedico a tomar todo el aprendizaje que puedo, porque sé que cuando vuelva a ser independiente, estaré más preparada y madura para, quizá, tener mis propios clientes y no tener que pasar más por el tan temido silencio en el teléfono y ausencia de proyectos.

Para mí, la independencia es el único camino para que una persona pueda desarrollarse profesionalmente, y no es una cuestión solamente de libertad de horarios como todos piensan. Ser independiente, freelancer, solista, etc, no es decir “ay, son las tres de la tarde, voy a caminar un ratito porque hay sol”. Es manejar al 100% la vida de uno en todos los aspectos. Poder decidir con quién trabajar, dónde, cuándo y de qué manera. El servicio que ofrece un freelance es altamente personalizado, con lineamientos propios, el freelancer se la pasa pensando, nunca es un autómata, y siempre aprende de los errores, porque no le queda otra, porque es él solo armando ideas y llevándolas a cabo. Y las ideas con buenos resultados obtenidos son una puerta para otros proyectos.

Mientras hago lo posible para destapar el sándwich y volver a lo más rico, me tomo unos mates con un termo que tenemos en común con mis compañeros eventuales, desde mi escritorio despersonalizado, pero aprendiendo mucho cada día.

* Cecilia López (@mcecilopez) es economista y consultora en mejora de procesos.

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Foto | Arkandor (MF)

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